Cuando abrimos nuestras puertas a la clínica por las mañanas, nunca sabemos exactamente lo que nos deparará el día. Sí, hemos programado horarios para las citas de los pacientes, pero nunca sabemos quién llegará de la calle necesitando ayuda o qué otras cargas llevarán nuestros pacientes cuando vengan a su cita.
Una de esas oportunidades se presentó hace apenas unas semanas. Una mujer acudió a la clínica para obtener equipo médico duradero después de que un trágico accidente dejara a un miembro de la familia con problemas médicos continuos. Mientras acudía a buscar el equipo médico, también tuvo la oportunidad de animar su corazón. Cathy, nuestra coordinadora de oficina, reconoció de inmediato que la mujer estaba estresada. Se ofreció a hablar con ella en nuestra sala de oración para tener más privacidad. La mujer realmente se abrió y, por primera vez desde el accidente, se permitió ser vulnerable y llorar. Para muchos miembros de su familia, ella necesitaba ser la fuerte, por lo que Cathy agradeció la oportunidad de estar allí para apoyarla durante ese momento difícil. Cathy preguntó si la mujer quería oración y ella aceptó con gratitud.
Esa persona todavía tiene un largo camino por recorrer para apoyar a su familia, pero nuestra esperanza es que se haya ido no solo con los suministros físicos que necesitaba sino también con aliento, esperanza y paz. Cathy compartió que cuando empezó a trabajar en la clínica hace 3 años; nunca imaginó las conversaciones que estaría teniendo con la gente. Sin embargo, una y otra vez los pacientes agradecen tener a alguien que realmente se preocupe y los escuche. Cathy y el resto del personal y los voluntarios se esfuerzan por satisfacer no sólo las necesidades físicas en la clínica, sino también por estar conscientes de las formas de satisfacer las necesidades emocionales y espirituales.
Amy Delay
Defensor del Paciente