Una pareja estaba muy agradecida de poder ver a un proveedor sin tener el estrés de encontrar fondos para pagar la visita de su bolsillo. Además, el marido utiliza inhaladores a diario debido a una enfermedad crónica. Para conservar sus inhaladores, había estado tratando de espaciarlos más en casa, lo que hacía que le resultara más difícil respirar.
El voluntario de la sala de medicamentos trajo al marido sus recetas. Cuando sacó uno de los inhaladores, sus ojos se llenaron de lágrimas. Se inclinó con los codos sobre las rodillas y lloró lágrimas de alivio. Durante varios minutos ni siquiera pudo hablar. Sabía que el inhalador por sí solo le habría costado varios cientos de dólares en una farmacia sin seguro. Estaba muy agradecido y aliviado de salir de la clínica con un nuevo inhalador en la mano. Para él, el inhalador satisfizo más que una simple necesidad médica: alivió un estrés financiero, le mostró apoyo en un momento vulnerable de su vida y animó su corazón.
Amy DeLay
Defensor del Paciente