Recientemente, mientras me reunía con una paciente, le pregunté si podía orar por ella y sus circunstancias. El paciente dijo que sí. Después de orar por ella, ella me preguntó si podía orar. Tomado totalmente por sorpresa, casi me caigo de la silla. En el pasado, mientras oraba por este mismo paciente, ella me detenía abruptamente a mitad de camino mientras oraba. No hace falta decir que me sorprendió ver este cambio dentro de ella.
La paciente declaró: “Recientemente me hice una mamografía para descartar la probabilidad de cáncer de mama, pero la prueba resultó benigna y quiero agradecer a Dios porque los resultados de mi prueba fueron benignos”. Al escucharla orar, recordé la Escritura en Lucas 17:15, donde Jesús sanó a los diez leprosos pero solo uno de ellos regresó para dar las gracias. Cuando uno de ellos vio que estaba sano, volvió. Alabó a Dios en alta voz. Se arrojó a los pies de Jesús y le dio las gracias.
¡Dios hace tanto por nosotros! Diariamente nos proporciona todo lo que necesitamos. ¿Se nos olvida decir gracias? Hagamos una pausa ahora mismo, digamos “gracias” y pidámosle a Dios que nos ayude a recordar agradecerle todos los días.