Un poco de paciencia y compasión.

Me reuní con una mujer que estaba muy preocupada por haber perdido Medicaid. Tenía un problema de salud mental y se había quedado sin medicamentos. Cuando llamó a su médico para explicarle que temía no poder pagar su reabastecimiento mensual, el médico le dijo que nos llamara. Entre lágrimas, expresó cómo haber dejado de tomar sus medicamentos había impactado su vida y cuánto deseaba comenzar a tomarlos nuevamente lo antes posible.

Me he reunido con varios pacientes que tienen dificultades para navegar por las numerosas opciones de botones del centro de llamadas de Medicaid. Ella era una. El solo hecho de tratar de descubrir qué botones presionar y qué decir le causaba una gran ansiedad. Durante su visita, juntos confirmamos que su Medicaid todavía estaba activo. Obtuvimos los números de identificación de su plan y luego llamamos a su farmacia. El farmacéutico la conocía y fue muy amable. Sacó la orden de resurtido, ingresó el número de identificación de Medicaid y comenzó a procesar el guión de inmediato. El paciente salió de nuestra consulta y fue directo a recogerlo. A la hora del almuerzo ya tenía su medicación.

Cuando entró estaba temblorosa, ansiosa y abrumada. Ella se fue dándome un gran abrazo y una sonrisa. Una pequeña interacción como esa casi no tomó tiempo. Había una solución clara y sencilla. Para mi sorpresa, unos días después recibí una tarjeta por correo. La tarjeta simplemente tenía su firma y las palabras: "¡Gracias por salvarme la vida!". Pienso en ella a menudo cuando trabajo con pacientes: un simple oído atento, un poco de paciencia y compasión, y un poco de ayuda pueden tener un gran impacto en la vida de un paciente.